En el funeral estaban todos. Dentro y fuera de la iglesia de San Teresa, la que linda con el cementerio católico de Gibraltar, donde reposan generaciones y generaciones de gibraltareños. El funeral de despedida al periodista Juan Carlos Pérez, ex ministro de Asuntos Gubernamentales en el Gobierno de Joe Bossano, fundador del partido GSLP cuya bandera cubría el féretro, no pudo ser más multitudinario, con una muchedumbre acompañando a los restos hasta recibir sepultura.
Juan Carlos Pérez, un periodista muy crítico con la actual oposición y antes con el Gobierno de Peter Caruana recibió sin embargo el homenaje póstumo de esa oposición. Es como un ejemplo de libertad y de democracia que Gibraltar daba ayer al mundo. Los vapuleados, rendían homenaje póstumo a la pluma que nos les ha dejado pasar ni una. Sir Peter Caruana, que fue ministro principal del Gobierno de Gibraltar durante casi 16 años, recibiendo duras críticas de Juan Carlos Pérez, fue de los primeros en llegar al funeral. Por otra parte lo hicieron el que fue su viceprimer ministro, Joe Holliday, el ex ministro de Deportes, Edwin Reyes y otros miembros de aquel gabinete del GSD, incluyendo a Peter Montegriffo que fue durante una legislatura, segundo de Peter Caruana. Con ellos, los actuales parlamentarios del GSD con el líder de la oposición, Daniel Feetham a la cabeza. Curiosamente, sentados todos en los bancos traseros donde se sentaba también uno de los actuales ministros del Gobierno de Fabián Picardo, el ministro de Turismo y Aeropuerto, Gilbert Licudi, acompañado de su mujer.
El resto de los ministros de Picardo: John Cortés, Albert Isola, Neil Costa, Steven Linares… se sentaban en bancos más delanteros por detrás del ministro principal Fabián Picardo, su mujer, el teniente general Ed Davis, representante de la Reina y jefe de las Fuerzas Armadas Británicas en Gibraltar acompañado de su oficial ayudante, del vice ministro principal, Joe Garcia y su esposa y del veterano ministro Joe Bossano. Otros miembros del Parlamento como la independiente Hassan Nahon, hija del que fuera gran político gibraltareño Sir Joshua Hassan, cuya viuda también estaba en el funeral. El comisario Yome ocupó un sitio en la parte trasera y Albert Poggio que había venido expresamente desde Londres se sentó rodeado de muchos sindicalistas, de trabajadores, de empresarios y personas de toda condición que ocupaban diferentes lugares de la iglesia, mientras que el exterior estaba también lleno de gibraltareños que quisieron dar su último adiós a Juan Carlos Pérez.
Juan Carlos había estado trabajando en la edición de su periódico The New People y había tenido un fin de semana muy ajetreado con los sucesos de Londres. Y dicen que estaba trabajando en la sede del partido GSLP cuando dijo que iba al servicio. Y no volvió. El corazón, su débil corazón ésta vez no le respondió. Es verdad que hace ya cinco o seis años que estaba prácticamente desahuciado, muy mal y con muchos problemas de salud, pero en los últimos cuatro años, tratamientos adecuados y constantes, le quitaron peso y dolencias. Pero el fin de semana culminó con un martes donde su corazón dijo que no más. Y se fue. Con 61 años a punto de cumplir los 62. Dejando el llanto y el pesar en quienes le querían y le apreciaban por su gran calidad humana.
Su madre y su tía, hermanas, ambas en sillas de ruedas recibieron el pésame de Gibraltar entero. En la cola, para consolar a la madre afligida, el líder de la oposición, Daniel Feetham y sus compañeros.
El ministro principal Fabián Picardo subió al altar mayor para decir unas emotivas palabras de recuerdo al periodista, al compañero y al amigo. Tras él, el líder del partido GSLP, Joe Bossano que dijo muchas cosas bonitas de Juan Carlos Pérez, como fundador del partido, como sindicalista, como político siempre al lado de los trabajadores y de quienes más lo necesitaban.
La ceremonia religiosa, por su importancia y por la nutrida presencia de gibraltareños hubiera merecido ser oficiadas por el actual obispo, un maltés que dicen, se ha colocado al margen de los sentimientos de muchos gibraltareños, trayéndose de su pueblo en Malta a un cura para hacerse cargo de la catedral de Gibraltar y de la máxima representación de la curia local. Precisamente en su anterior número del semanario, Juan Carlos Pérez dedicaba la portada al sacerdote gibraltareño Marcos Miles al que el Papa Francisco, ha convertido en su persona más cercana, actuando de intérprete en las más altas visitas de Estado al Vaticano: hace unos días Donald Trump y antes, la Reina de Inglaterra o la familia Obama y acompañando a Su Santidad en los grandes viajes, como a Filipinas o América. No sé si Marcos Miles aparte de las traduciones, comentará al Papa que está pasando en la diócesis de Gibraltar con la evidente división que se nota en los fieles. Si hubiese estado el obispo más querido que Gibraltar ha tenido, Father Caruana, fallecido hace unos años, seguro que el funeral hubiese sido oficiado por él. Lo hicieron dos de los sacerdotes que el obispo Charles Caruana ascendió a la categoría de monseñores y uno de ellos, como titular de la parroquia pronunció unas palabras de recuerdo a la personalidad de Juan Carlos Pérez como un gibraltareño comprometido firmemente con Gibraltar. Y finalmente, el responso ante la tumba, con las paladas de tierra.
Descanse en paz un gran gibraltareño que ayer propició la gran lección democrática de hacer posible que los vapuleados por su pluma apareciesen unidos todos, demostrando que es Gibraltar y sus personas más representativas, sean del color que sean, lo que de verdad importa. Algo de mucho valor para resaltar en ese multitudinario y emotivo adiós. Y un ejemplo.